Faltan solo unos días para que miles de niños y niñas de toda España estrenen cole 🏫, y con ellos también las familias descubran cómo funciona ese famoso “periodo de adaptación” en su centro. Un periodo pensado para acompañar a los peques en la transición hogar-escuela.
Ese periodo se denomina periodo de adaptación, y es ese tiempo tan especial ((y a veces retador 💪) que viven los niños y niñas al iniciar su periplo en la escuela infantil o con la madre de día, o cuando empiezan su etapa escolar en el segundo ciclo de educación infantil (3-6 años).
Se trata del proceso que les permite conquistar poco a poco un entorno nuevo, con personas desconocidas, rutinas distintas y sin la presencia constante de mamá, papá o sus referentes de apego.
Es un tiempo para que los peques aprendan a sentirse seguros en su nueva escuela y para que descubran que el cole es un lugar chulo al que ir a aprender y jugar, y no es un lugar donde se les “abandona”. Es decir, tienen que estar ahí diciéndonos, al irlos a buscar, que quieren estar un rato más, y no resignados porque no les queda otra (incluso odiando los lunes, con lo pequeños que son para algo así).
Periodo de adaptación a la escuela infantil o el cole: ¿por qué es importante? 🤔
A ojos de muchos adultos, empezar la escuela infantil, empezar el cole “de los mayores”, puede parecer algo sencillo. Incluso hay gente (aún demasiada) que ha normalizado el que los peques lloren y lloren “hasta que se acostumbren”. Este enfoque, además de ser injusto, es arriesgado, pues está en juego el vínculo con la escuela.
Y es que, mal planteado, el inicio escolar puede generar tristeza, miedo, incomprensión e incluso enfado, no solo en los peques, sino también en la familia, que está dejando a su pequeño tesorito en manos de terceras personas, y están deseando poder confiar en la maestra y en el centro.
Bien planteado, se protegen los vínculos familiares, se construye una relación de autoridad y confianza hacia la maestra y se establecen las bases emocionales para afrontar todo el curso. No hay más que poner la curiosidad y la iniciativa del niño en el centro, para que sienta que no se le empuja a quedarse, sino que tiene la gran oportunidad de disfrutar del espacio y la compañía.
Etapas del periodo de adaptación en educación infantil 🧩
1) Preparación y alianza con la familia 👨👩👧
Antes de formalizar la matrícula, la escuela debe explicar a las familias cuál es el proyecto de adaptación que llevan a cabo, argumentando la importancia de hacerlo bien, y confiando parte importante del mismo a las familias ya que, sin su papel activo, no será posible.
En un periodo de adaptación bien planteado se les invita a acompañar al niño dentro del aula los primeros 8 a 10 días (puede hacerlo la madre, el padre u otra figura que sea una referencia conocida y segura del peque). Así, las familias podrán organizarse y comprender que su presencia es vital, ya que hay que lograr que el peque se sienta confiado en todo momento.
2) Bienvenida compartida: la familia entra en el aula 🚪
El aula se organiza para que haya un espacio concreto para las familias, dentro de la clase, marcado visualmente (por ejemplo, con una línea en el suelo) y cercano a la puerta. Los adultos se sientan ahí y no traspasan esa frontera: así el niño puede decidir cuándo acercarse a jugar y cuándo volver a “su base segura”. Esta sencilla medida pone las decisiones y el ritmo de separación en manos de la criatura.
A la vez, se cuida el ambiente: mobiliario sin barreras para facilitar la circulación y la observación de los peques; materiales sencillos, atractivos y que estén a su alcance, que no requieran ayuda adulta para usarlos; y por supuesto, se evita disponer de un único objeto muy deseado que dispare conflictos entre los niños (por ejemplo, un solo coche).
La maestra es la única persona adulta que está en el área de los niños. Se ubica de forma estable, sentada a baja altura, tranquila y disponible, sin “perseguir” a ningún peque ni tratar de seducirlo con prisas. Es a ella a la que podrán pedir ayuda, ya que las mamás y papás están en la zona de los adultos, sentados (incluso leyendo un libro —prohibido el uso de móviles—).
La maestra es una presencia amable y previsible para los peques: quien quiera acercarse, sabe dónde encontrarla. Si algún niño no siente aún confianza, puede escoger no hacerlo. Al estar sentada a su altura, la maestra les transmite seguridad, y se reduce la posible sensación de amenaza por tratarse de una persona desconocida.

3) Exploración con ida y vuelta ↔️
Lo que suele pasar es que los niños más lanzados recorren el aula desde el inicio, e incluso interactúan abiertamente con la maestra. Otros, más desconfiados, prefieren pasar uno o varios días al cobijo de su adulto, mirando y “apropiándose” del lugar con la vista antes de moverse.
Muchos harán idas y venidas constantes. Quizás cojan algún juguete y vuelvan corriendo con el adulto. Habrá que acordar con los peques que los juguetes no pueden cruzar a la zona de las familias. Esto hace que muchos se sienten junto a la línea, con el juguete, de cara a su adulto de referencia.
También los hay que van haciendo la goma elástica: se alejan un rato, juegan a algo, y vuelven un ratito cerca de mamá (o papá, o abuelo…), para recargar seguridad, antes de volver a alejarse de nuevo.
Todos estos comportamientos son normales, ya que todo depende del temperamento y la confianza de cada peque. Las familias deben comprender que, tanto cuando se alejan, como cuando regresan, están avanzando en la adaptación: se atreven a explorar y vuelven a por un abrazo, confirmando que su persona refugio sigue ahí. Poco a poco irán explorando más, y volviendo menos, pues irá aumentando su confianza.
Duración del periodo de adaptación ⏳
No hay una cifra clara. Como orientación, en la mayoría de casos suele ser suficiente con 8 a 10 días de presencia familiar en el aula. A partir de entonces, el tiempo que los adultos pasan en el aula se va reduciendo. Algunos progenitores dejan de estar presentes antes de los 8 días. Otros, un poco después.
Lo importante no es “acabar rápido”, sino tener claro cuál es el objetivo: proteger el vínculo familiar y escolar del peque mientras se integra en el nuevo lugar y las nuevas rutinas.
No puede ser que la sociedad se llene la boca con las palabras “Derechos humanos”, “Proteger a la infancia” o “El bien superior del menor”, y luego llevar a cabo, en los centros educativos (EDUCATIVOS) dinámicas que serían impensables en cualquier trabajo, para ningún adulto: imaginad el miedo y sufrimiento de un niño que se siente abandonado en el colegio, y tratad de pensar en qué clase de situación tendríais que estar en un nuevo trabajo para sentir algo parecido.
Consejos para facilitar el periodo de adaptación escolar de un hijo 🌟
Reserva días y elige quién acompaña. Si podéis, guardaos vacaciones, días de libre disposición o haced cambios de horario para poder tener esos 8 a 10 días de entrada (la escuela infantil o centro escolar os dirá cuántos días de adaptación suelen llevar a cabo). Vale la madre, el padre o un referente muy querido (abuela, tío…) que le dé calma.
Explícale la verdad con palabras sencillas. “Vamos a una escuela con niños y una maestra muy amable. Yo estaré contigo unos días”.
Lleva un objeto de apego. Si tiene alguno, como un doudou, un trapito o peluche, llévalo en su mochila. Al principio no lo necesitará, pero quizás para cuando ya no estés en el aula le pueda ir bien. Si no lo tiene, una prenda con tu olor puede ser una gran ayuda a nivel emocional.
Ritual de llegada claro y sin prisas. Entrad, id a la zona de familias, sentaos, observad. Cuando quiera, que explore; cuando vuelva, acoged. La maestra os irá indicando cómo seguir.
Coordínate con la maestra. Cuando la maestra vea que tu peque está preparado, te animará a que vayas un momento al baño, avisando a tu peque. Para ello, dejarás tus cosas en la silla y le dirás que vas al baño de los mayores y que ahora vuelves. Es una salida de un par de minutos, para ver cómo responde el peque.
Si la respuesta es favorable, la maestra pactará contigo otra salida un poco más larga: “Cariño, voy al coche, que me he acabado el libro y tengo el otro en el coche. Ahora vuelvo”. Esta salida será de unos cinco o diez minutos. De nuevo, el objetivo es observar cómo responde el peque. Si también lo lleva bien, la siguiente salida será más larga.
Estas separaciones no tienen por qué ser el mismo día. Dependerá de cada peque. Esta salida más extensa sería algo como “Cariño, tengo que ir a la panadería y a comprar tomates, que si no, no tendremos para comer. Ahora, cuando vuelva, te recojo y nos vamos a casa a hacer la comida”. En esta ocasión, el adulto faltará cerca de media hora, dejando la silla del adulto vacía. Al volver, con la compra, la madre (padre o familiar), se llevará a su peque, tal y como le ha explicado.
Si también ha ido bien, es probable que el siguiente día ya no haga falta que nadie se quede, pues si es capaz de quedarse media hora con confianza, podrá seguramente quedarse bien durante más tiempo. Es la muestra de que el peque ya confía en la maestra y se siente seguro en ese espacio.
Cuida su descanso y su cuerpo. Los primeros días cansan: apuesta por siestas, rutinas suaves y comidas conocidas. No os acostéis tarde.
Ropa y calzado cómodos, que le den autonomía. Que pueda subir y bajar el pantalón si tiene que ir al WC, que pueda moverse con libertad, para que se sienta seguro. Que el calzado sea cómodo también y pueda limpiarse fácilmente (aquí podéis enlazar a productos de ZF).
Valida tus emociones. Es normal que a ti también se te remueva todo: nervios, dudas, ganas de llorar. Y más, si tu entrada al cole no fue la que hubieras querido tener. Acompañar no es “no sentir”. Es sentir y, aun así, sostener.
¿Y si llora? 😭
Puede ser que en días posteriores llore en el momento de la separación. ¿Acaso no hay adultos que, algunos días, decimos eso de “hoy no quiero ir a trabajar”? Puede ser que lo haga porque ese día no quiere ir. Porque ha pasado algo en el cole. Porque ha pensado que prefiere quedarse en casa jugando a algo.
O, lo más probable, porque no le gusta el momento de la despedida, y entonces llora ese ratito, y luego ya en el aula se mete enseguida en las dinámicas y se lo pasa pipa. Vamos, que hay peques que entran llorando y que luego, los vas a buscar, y casi te los tienes que llevar a la fuerza porque no se quieren ir.
Lo importante es qué hacemos con ese llanto: estar, nombrar, ofrecer brazos si los pide, dar tiempo y mantener el plan. Cuando el entorno está bien pensado, cuando el periodo de adaptación se ha planeado respetando los ritmos de los peques, el llanto va cediendo a medida que pasa el tiempo, y se va sustituyendo por juego y curiosidad.
En resumen ✨
Un buen periodo de adaptación no “endurece” a los niños, ni está pensado para esperar a que el peque se resigne. Un buen periodo de adaptación los cuida y no “acostumbra” a la fuerza, sino que les da las razones para confiar y querer ir al cole. Repito. Insisto. Hay que conseguir que el niño, la niña, quiera ir al cole. Y que cuando vayas a buscarlo, no quiera irse. Si no, algo no se está haciendo bien.
Si entre todos, centros educativos, familias, y sociedad entera (tendría todo el sentido que el año que tu hijo entra al colegio haya días de permiso para poder cumplir con el periodo de adaptación), ponemos los vínculos en el centro, el inicio de curso deja de ser un trago amargo y se vuelve un puente seguro hacia todo lo que van a descubrir y aprender.